Tinta/Plumín 20 X 30 cm. Sergio Astorga.

BIENVENIDOS

LA PANTALLA DEL ORDENADOR ES COMO EL INMENSO CIELO A LA ESPERA DE UNA AURORA BOREAL, ES COMO UN ARCO IRIS DE COLORES, COMO UN ECLIPSE O COMO UNA ESTRELLA FUGAZ. A FIN DE CUENTAS ES COMO UN ESPEJO DONDE TE REFLEJAS TÚ Y TUS PENSAMIENTOS. DE ESTA MANERA TE ELEVAS POR ENCIMA DE LOS MISMOS, DEJANDO DE SER PRISIONERO DE ELLOS LLEVÁNDOTE A POSEER UNA ACTITUD MÁS LIBRE CON RESPECTO A LOS DEMÁS, A TI MISMO Y A LA VIDA.

jueves, 19 de agosto de 2010

LA IMPORTANCIA DE UNAS MANOS


Siempre había sido mujer de un solo hombre. Cuando tras encontrar al que iba a ser el amor de su vida, empezaron los primeros contactos físicos, ella recordaba con que pasión él con sus manos la iba definiendo.
Empezaba siempre por el cabello. Lo iba enredando suavemente entre sus dedos para posteriormente desenrollarlo suavemente como si lo estuviese peinando. Le acariciaba la nuca y el cuello y ella empezaba a abandonarse tras ese hormigueo apasionado que le empezaba a recorrer todo el cuerpo.
A continuación iba descendiendo sus palmas acariciando e introduciendose en todos los rincones, como si en cada uno de ellos pudiera encontrar una sorpresa aún todavía desconocida. Para entonces ella ya empezaba a sentirse parte de él.
El tener que responsabilizarse de la salud de un miembro de la familia, hizo que ella tuviera que ausentarse del hogar durante un mes. Entonces otros hombres empezaron a tocar su cuerpo. Un día uno, al día siguiente otro. No era dueña de la situación, tenía que ser así y no debía de sentir ninguna culpa.
Fue entonces cuando se dio cuenta de la importancia de las manos en un hombre. Sobre todo del tamaño y de la longitud de los dedos. El procolo ahora era distinto. Siempre empezaban a palpar por su vientre, que el tiempo lo había convertido en sinuoso, posteriormente y sin miramientos llegaban a donde su amor se resistía a llegar con premura y para terminar todo parecía formar parte de un protocolo bien estudiado.
Pasado el mes, regreso feliz a casa. Entre sus brazos el bebé que le había obligado a estar ingresada en el hospital durante un mes por placenta previa. En su mente el deseo de olvidar a los tocólogos que se habian encargado del seguimiento del embarazo, sobre todo del que tenía los dedos muy cortos que le obligaban a hacer un esfuerzo añadido la ahora del tacto.
Desde entonces, cada vez que va al ambulatorio a consulta con el ginecólogo, si no está el suyo, lo primero que le mira es las manos.

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