El día amaneció medio nublado. En el cielo ese resol que confundía, que planteaba la duda de hacia donde dirigir los pasos de un sábado de primavera. La decisión era como lanzar una moneda al aire, playa o montaña. Ella decidió ir a la playa de más de tres kilómetros de costa, con intención de recorrerla de punta a punta, cómo otras tantas veces.
Eran las once de la mañana. Desde el coche, mientras descendían el alto del último tramo de la carretera, divisaron la niebla que desde el horizonte se acercaba, a modo de adolescente enamorada, a poseer el arenal.
Aparcaron el coche e iniciaron, cogidos de la mano, el paseo por el borde de la playa. Sus pasos tranquilos y serenos iban quedando marcados sólo por un instante. Las olas, en su juego con la arena, se iban encargando de no dejar pistas de su presencia.
La playa estaba bastante solitaria. Gente paseando, algunos niños con cometas y algún abuelo buscando rastros de la existencia de coquinas enterradas por la arena.
Según fueron avanzando, el sol se fue difuminando y llegó un momento en el que se encontraron completamente sumergidos en la gran nube, que voraz, cada vez avanzaba más densa hacia las dunas. De repente dejaron de ver a otra pareja que les precedía. Miraron hacía atrás y sólo vieron el vacío, lleno de denso aire gris plateado. Siguieron avanzando mientras una sensación placentera les iba poseyendo. Se pararon y sin mediar palabra se fundieron en un largo beso. Sus corazones palpitaron al compás del sonido de las olas del mar, testigo único de ese momento de pasión.
Retomaron el rumbo. Las partículas microscópicas de vapor de agua fueron fijándose sobre sus cabellos y por sus pieles aún sin curtir. El fino bello de sus brazos y de sus pestañas fue distinguiéndose debido a la condensación de pequeñas gotitas. Por sus cuerpos empezaron a deslizarse perlas nacaradas de agua. Estaban completamente empapados. Se miraron mutuamente, y en un nuevo abrazo, acompañado de caricias, extendieron las gotas depositadas por ambos cuerpos mientras en sus bocas disfrutaron del sabor de las nubes.
No supieron cuanto tiempo estuvieron ocultos. De repente la claridad fue apareciendo y el último tramo de playa lo recorrieron al sol. Cuándo llegó la hora del retorno, el bello astro había disipado completamente la niebla.
Alicia: Aster, no había olvidado que te prometí dar la respuesta. Emilio dice que si no hay respuestas se inventan. Aster, tú método también me gusta, si no las encuentras las escribes y esperas.Espero que disfrutéis todos del relato. Aster tú te lo quedas, es tuyo.
Besarkadatxu bat
M.Carmen : Gracias por enseñarme que las nubes tienen sabor a mar, a serenidad, a amor y felicidad...!me gusta como saben!
Aunque igual hoy, con el día que hace...quizás cojamos un empacho.
Un abrazo muy, muy fuerte.
Martha Jacqueline (Kat): Alicia, qué gusto este de las nubes. Luz suave, invasora quietud... muy bello en verdad.
Besos y feliz día.Bye.
Alicia :¡Buenos día chicas! Gracias por vuestros comentarios.
Siguen las nubes lllorando lágrimas de lluvia por el Pais Vasco. espero no haber tenido culpa de ello por el tema del relato.
Inserto una canción de Juan Manuel Serrat que me encanta, es muy poco conocida, y que después de escucharla uno puede ver un día gris directamente convetido en azul.
Por cierto que la primera vez que la intentéis escuchar primeramente igual estaréis obligados a oir algo de publicidad. Las siguientes veces ya no. Me ha comentado mi hijo Javier que esto puede tener algo que ver con archivos temporales y con la desmedida propaganda en todos los medios. En la misma lección me ha nombrado al IP y estoy investigando de qué se trata.
Besarkadatxu bat.
Emilio Porta : Sin duda, Alicia, es la letra y la música necesarias para acompañar el texto de Santiago...y para acompañar todos los textos, y el oficio de vivir...Elegir una canción a veces es crear, recrear...Tu respuesta...es una lección como tantas.
"Y bueno, pues, un día más, que se va colando de contrabando.."
Tu enciendes hoy el sol. Gracias. Profundas. Muy profundas. No quiero desgastar la palabra, pero los que se pasen desde nuestra nieve a TODO A LA VEZ de Santiago Solano, entenderán este Gracias.
Y los que no lo hagan, tampoco importa. Porque saben quien eres tu. Y donde estás siempre, en primera linea de mente y corazón.
Maribel : Qué romántico, Alicia. Muy bello relato.
Con la música tengo algunas dificultades, lo único que he escuchado bien es la publi. Mala pata.
Besos.
Alicia: Gracias EmilIo por tus consideraciones hacia mí. No se si soy merecedora de tanto. La canción tiene una letra bella y es valida para todos y para cualquier día un poco melancólico o triste. Todos sabemos que una canción adecuada en un momento preciso puede curar heridas o levantar pasiones. Escuchar música y analizar las letras es una terapia curativa de la mente y del alma.
Maribel, me alegro que te haya gustado. Realmente la pregunta que prometí responder a Aster-que aparece en un capítulo de su libro- fue ¿A qué huelen las nubes? Le he dado un pequeño giro por que estoy segura que saben más que huelen.
Un abrazo.
Aster En fin, Alicia: menuda respuesta.
Esas nubes cómplices huelen y saben de película.
Un besazo.
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