Discépolo, el autor del famoso tango Yira-Yira, entre otros, decía “…Tango, un sentimiento que se baila”. Estoy segura que hoy, en el siglo de las grandes comunicaciones, no hay una experiencia como el sabor del encuentro en vivo, de ese cuerpo a cuerpo, del tango. Ese juntarse de cuerpos expresa la necesidad del abrazo, de abandonar la soledad, de huir hasta con el pensamiento de guerras, miserias y de los males del alma, ante la impotencia de cambiar destinos.
Los que han sido seducidos con un buen tango, y se han perdido en él, reconocen que hay algo que va más allá de lo estético y lo sensual. Yo creo que el tango además de danza, música, poesía y arte, es vida. En la película “Perfume de mujer” hay una escena inolvidable. En la misma el protagonista, interpretado por Al Pacino invita a bailar a una bella mujer joven, a lo que ella le responde, “No puedo, porque mi novio llegará en un momento”. “En un momento ¡Se vive una vida!”, añade él, conduciéndola a bailar un tango…
Seguro que esa pareja de la imagen, antes de separarse, vivieron toda una vida.
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