9 enero de 2009
Nuestro árbol ha sido más afortunado que el del relato. Ha cumplido este año, al igual que nosotros, sus bodas de plata. Lo compramos en nuestras primeras Navidades y recuerdo que no fue una compra cualquiera. Recorrimos bastante hasta encontrar una fiel imitación. Desde entonces, cada año lo hemos adornado con de distintos colores incorporando algún que otro adorno novedoso. El de este año ha sido el regalo que le correspondía debido al aniversario: un precioso muñeco de nieve, hecho en Hispanoamérica con miga de pan. El tiempo ha dejado huella, no tanto en él, como en la caja que lo cobija en el trastero durante el resto del año. La juventud de la familia ha propuesto cambiarlo por uno más grande, pero de momento está a buen recaudo.
jueves, 13 de mayo de 2010
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