Desde febrero de 2002 muy variopinto fue el destino de la
postergada peseta. Con su desmonetización, parte del aluminio de la misma pasó
a formar parte de la composición de barriles de cerveza, los otros metales de
las aleaciones de hélices de barcos o tuberías de refrigeración, otras en
hogares de pequeños coleccionistas o las más regias en el Museo de la Casa de
la Moneda, los billetes triturados de las mismas como sustrato para abono de
plantas o para la obtención de metanol… Solo alguna es la que ha tenido el
privilegio de salvarse de la quema para ser testigo de cómo les va la
vida a los propietarios de su sucesor, el euro. Afortunada ella, esa peseta que acaso quedó entre la tapicería de los asientos del coche, en el fondo de un cajon, en una esquina de debajo de los cojines del sofá, ... Es difícil discernir si los tiempos de la antigua rubia fueron mejores o peores tiempos que los actuales, según los mayores y
dependiendo de dónde les pillase, al parecer hubo de todo pero seguro que
fueron tiempos distintos. Hoy también hay de todo. La rubia, de alguna manera, engloba las vivencias de
aquellos tiempos extrapoladas y comparadas con las actuales.
lunes, 30 de abril de 2012
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Hola Alicia.
ResponderEliminarYo guardo en una caja varias de esas rubias y, como bien dices, es complicado saber qué tiempos fueron mejores. Si los de la peseta o los del euro.
Lo cierto es que a día de hoy un billete de autobús, un menú de bar o una caña valen mucho más que entonces. Y lo cierto es también que la tendencia del nivel de vida general es a subir, pero ¿tanto en solo una década?
Pocas veces cierta palabra mágica ("inflación") dio para tanto.
Un blog muy chulo, Alicia. Espero no te importe me haya hecho "seguidor".
Desde entonces todo ha subido y subido y subido...Forma parte de nuestra historia. Yo siempre recordaré mi paga de seis pesetas con la que hacia maravillas. Un abrazo
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