domingo, 3 de abril de 2011
MIL GRULLAS
En la capital bilbaina no podía faltar la grulla blanca como símbolo de paz en Oriente, similarmente a nuestra paloma blanca de Occidente. El centro de ocio y cultura Alhóndiga Bilbao organizó el sábado pasado, 26 de marzo, un taller de origami, tradición japonesa de crear animales doblando papel, con el objetivo de elaborar mil grullas y enviar así su solidaridad al país oriental tras el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo. Esta iniciativa ha contado con la colaboración de doce japoneses voluntarios residentes en Euskadi. En el instituto en el que trabajo, los de la asignatura de Plástica, también han hecho grullas. Una antigua leyenda japonesa promete que cualquiera que haga mil grullas de papel recibirá un deseo de parte de una grulla, tal como una vida larga o la recuperación de una enfermedad. Las mil grullas de origami se han vuelto un símbolo de paz, debido a la historia de Sadako Sasaki (1943-1955), una pequeña niña japonesa que deseó curarse de su enfermedad de leucemia, producida por la radiación de la bomba atómica en Hiroshima. Respecto a lo que muchos consideran la fortaleza del pueblo japonés por su respuesta ejemplar yo considero que se trata de un lamento contenido se debido a esa educación, digamos de sensaciones y sentimientos reprimidos, que hace que sea un pueblo con una tasa de depresiones por encima de la media del entorno que nos rodea a los latinos, mucho más viscerales a la hora de manifestar emociones de todo tipo. Uno mi solidario deseo a que el tiempo y el tesón de los supervivientes hagan que Japón abandone esa sima en la que la fatalidad ha hecho que se encuentre en estos momentos y que ha conseguido que reflexionemos sobre la fragilidad de la existencia del ser humano. Es por eso que yo, desde aquí, quiero mandar una grullita de Hiroshima de camino a Japón para pedir mi deseo: que no haya más catástrofes naturales en el mundo. Nunca más un Japón, ni un Haití, ni un Katrina ni un Indonesia.
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